La Monja
El fantasma de la monja. María de Ávila, quien vivió en el siglo XVI, se enamoró de un mestizo de apellido Arrutia, quien quería casarse con ella por su dinero y status social.
Los hermanos de María, Daniel y Alfonso se enteraron de lo que estaba pasando y se opusieron rotundamente a que ese matrimonio se llevara a cabo, así que prohibieron a Arrutia ver a María. Al principio él se negó, pero los hermanos le ofrecieran mucho dinero que él aceptó para marcharse.
Se fue, sin ninguna explicación a María, quien cayó en una profunda depresión. Dos años estuvo así, hasta que sus hermanos decidieron enclaustrarla en el Antigua Convento de la Concepción, donde se la pasaba rezando y pidiendo por él.
Un día, no pudo más con el dolor y se ahorcó en un árbol de duraznos en el patio del convento. La enterraron allí mismo y un mes después de su muerte, su fantasma empezó a aparecer por las noches, reflejándose en las aguas del convento cuando alguna de las novicias o monjas se veía el rostro. Desde entonces se prohibió la salida de cualquiera de ellas al jardín cuando anocheciera.
La leyenda cuanta que como no podía soportar estar sin su amado, ya muerta salió a buscarlo y lo mató para estar con él aunque sea en el más allá.
El Callejón del beso
La leyenda del candil. Cuenta la leyenda que todo esto
ocurrió en la Costa Grande de Guerrero. Una mujer había juntado sus monedas de
oro para visitar al papa en el Vaticano. En ese entonces, no había muchos
transportes y la mujer tenía que caminar por la orilla de la playa hasta llegar
a Acapulco; tardaría un día y medio.
El día de su partida llegó y a las 4 de la mañana, sin luna en el cielo, salió
guiándose por la espuma del mar y un candil de petróleo. Pero nada de lo que
había planeado resultó, porque cuando iba caminando, unos hombres la atracaron,
la robaron y la mataron.